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El antiguo núcleo de la Geltrú, que formó el sector oriental de la villa actual de Vilanova y la Geltrú, era también amurallado en época medieval. El trazado de las murallas todavía se conserva parcialmente, principalmente en el suroeste, donde se encuentra la calle de la Muralla. Fuera la muralla, la calle del Ravalet y la calle de la Argenteria rodeaban el casco antiguo, en cuya parte superior estaba el castillo de la Geltrú. Durante el siglo XVI la villa se recuperó de las pestes y las guerras anteriores y en 1557 se efectuó obras de reforzamiento y ampliación del recinto fortificado para defenderse de la piratería turca, que asolaba las poblaciones cercanas a la costa. La muralla se alargó para albergar el Carreró o Carrer Nou y la plaza Nova (calle de Sant Pere). El barrio del Palmeral, que antes era extramuros, también quedó cerrado por la muralla.
Derribadas las murallas, la villa creció notablemente durante los siglos XVII y XVIII, sobre todo hacia mar y, con menor importancia, por levante y poniente. El cambio de fisonomía que experimentó la villa a partir de la década de 1950 es tipificado urbanísticamente por la prolongación de la Rambla hasta el mar, el embellecimiento del Paseo Marítimo, el paso de la carretera por la Rambla Transversal y la formación del barrio de Sant Joan, siguiendo el eje de la avenida que hoy se llama de Francesc Macià, que va desde la plaza de la Vila hasta el antiguo Camí Molinant.
El castillo de la Geltrú fue restaurado a principios del siglo XX por el arquitecto Jeroni Martorell bajo el patrocinio de Josep Font i Gumà. Este castillo, convertido en museo, conserva parte del trazado y de las estructuras medievales construidas entre el siglo XII y el XV, entre las que se encuentran varias ventanas coronas y geminadas y una torre rectangular.
La parroquia de Santa María de la Geltrú está documentada desde 1143; el edificio actual fecha de principios del siglo XVIII y conserva del edificio anterior el retablo barroco del altar mayor.
